Reconozco que soy un poco mayorcito para encontrarme en una «pokeparada» con docenas de jovencitos cazando Pokemons o recogiendo bolas… Pero, lo confieso, este verano he jugado a Pokemon. A veces con la disculpa de aprender cosas aprovechables para la educación, al principio por pura curiosidad, otras veces con la disculpa de entretener a mi sobrino… el caso es que tengo capturados más de 40 pokemons distintos (son 150), y voy por el nivel 10, lo cual me debe de clasificar como uno de los mejores jugadores «viejetes» o «viejunos», como dicen ahora.
Si te acercas a mi edad es posible que todo lo que te voy a contar a continuación te «suene a chino». Pero si tienes hijos en edad de jugar a Pokemon (desde los 4 años hasta los 35, según mis observaciones), pregúntales lo que no entiendas de lo que cuento a continuación.
Al mismo tiempo que cazo pokemons, llevo todo el verano reflexionando acerca de por qué este juego tiene tanto éxito y, de verdad, deformación profesional, pensando en qué tendríamos que aprender los educadores para conseguir niveles parecidos de implicación de nuestros alumnos en nuestras propuestas. Es verdad que jugando a Pokemon no he visto que se aprenda nada, salvo el propio juego, pero seguro que hay algo aprovechable.
Convertir el aprendizaje en un juego o incorporarle elementos propios de un juego no es ninguna tontería. A todos nos gusta jugar.
Es cierto que el éxito del juego viene propiciado por unas de esas campañas «virales», etiqueta de moda que viene a querer decir que se contagia de unos a otros más deprisa que un virus. Vamos que todo el mundo ha oído hablar del juego y desea tenerlo en sus manos cuanto antes. ¿Cómo lo hacen? Sería interesante aprenderlo para hacer «viral» algún proyecto escolar.
La primera conexión con la educación que me viene a la cabeza, vendría por el camino de la gamificación, sí, convertir el aprendizaje en un juego o incorporarle elementos propios de un juego no es ninguna tontería. A todos nos gusta jugar. Una participante en el curso de «Unidades didácticas con Moodle» comentaba que, en su clase real, entregaba pequeños «stikers» o pegatinas a los que hacían algún mérito y que, a pesar de ser alumnos mayorcitos, todos esperaban su recompensa con ilusión. Si un pokemon se consigue tirándoles una bola, en Moodle y otras plataformas susceptibles de gamificación se puede conseguir un «badget» o insignia haciendo algo más productivo. Es cuestión de probar.
Una enseñanza muy importante, desde mi punto de vista, es que este juego engancha porque es muy fácil ir progresando, pero no tanto como para resultar aburrido. De entrada, cuando te descargas el juego ya capturas tu primer pokemon. Y es cierto que aunque la dinámica del juego es más compleja de lo que un adulto como yo podría esperar, ir avanzando es muy fácil. Trasladada esta idea a la educación, parece claro que el permitir un avance progresivo, a pequeños «pasitos», de todos los alumnos es una buena idea educativa. Es algo parecido a la idea de Vigotsky de «zona de desarrollo próximo». Si fuéramos capaces de recompensar cada pequeño pasito, tendríamos mucho adelantado.
La enseñanza es que, si los chavales están interesados en conseguir algo, están dispuestos hasta a andar; lo mismo estarían dispuestos hasta a estudiarse algo.
Un aspecto muy interesante del juego, y que ha dado bastante que hablar, es el hecho de que se juegue andando. Para cazar pokemons hay que tener bolas; se cazan tirándoles con una bola hasta que les das, y las bolas se consiguen en las pokeparadas. Si quieres jugar tienes que andar, incluso kilómetros recorriendo estos lugares. Chavales poco propensos a hacer ejercicio, los ves recorriendo las pokeparadas y acumulando kilómetros. La enseñanza es que, si los chavales están interesados en conseguir algo, están dispuestos hasta a andar; lo mismo estarían dispuestos hasta a estudiarse algo. Habría que hacer la prueba.
Repetir determinados ejercicios no siempre es aburrido
Otro aspecto que me intriga, es que si cazas varios ejemplares del mismo pokemon, el Pidgey de la imagen es un buen ejemplo de los que te aparecen todo el tiempo, acumulas un tipo de puntos llamados «caramelos», los cuales te sirven para «evolucionar», o sea para conseguir un pokemon nuevo de mayor nivel. A mi me resulta muy aburrido enfrentarme al enésimo Pidgey o Ratacca, y de hecho suelo ignorarlos para no gastar mis preciadas bolas y tener que irme hasta otra pokeparada. Pero la idea de que la repetición puede formar parte de un juego de éxito me perturba. Nos han ido inculcando la idea de que repetir mucho las cosas es aburrido y poco didáctico y resulta que en el juego de moda se repiten determinadas acciones constantemente.
¿Y si en un curso «gamificado» un alumno pudiera repetir varias veces un cuestionario, por ejemplo, para conseguir su siguiente insignia o nivel? Interesante.
El móvil es la herramienta educativa del futuro
Pokemon Go, que es como se llama realmente el jueguecito, sólo se puede jugar desde el móvil y con una tarifa de datos contratada. Esto explica el acoso de mi sobrino para que saliéramos a cazar pokemons comentado más arriba.
El móvil es el futuro. Google ya obliga, prácticamente, a los creadores de páginas web a que sean compatibles con los dispositivos móviles, teléfonos y tablets. Si no haces así tu página web, desapareces de los primeros lugares de sus búsquedas. Prueba a ver la página de Investea en tu móvil.
Curiosamente hay muchos alumnos que no tienen ordenador en casa, pero sí tienen móvil. Hay hogares que disponen de conexión wifi a internet pero no tienen ningún ordenador, la usan para los dispositivos móviles, y la smartTV.
Evidentemente, la conclusión es que si ignoramos este hecho, estaremos imposibilitados para introducir elementos digitales en nuestra enseñanza. Afortunadamente, como decíamos antes, las paginas web y las apps están suficientemente adaptadas para ello. Moodle, con el que trabajamos, está adaptado a su uso en estos dispositivos e incluso existe una app que lo facilita.