El problema de la elaboración de contenidos en Moodle

En Investea hemos impartido cursos de formación del profesorado sobre realización de unidades didácticas en un aula Moodle suficientes como para que varios cientos de profesores y profesoras hayan intentado hacer una pequeña unidad didáctica y experimentarla.

Si añadimos nuestra experiencia con las aulas de este tipo instaladas en los centros educativos donde ejercemos como profesores, estamos en condiciones de afirmar algunas circunstancias sobre el papel del profesor como autor de cursos virtuales que creemos que es conveniente reseñar:

La primera conclusión es que, no nos engañemos, desarrollar los materiales, actividades, cuestionarios, etc. para un curso virtual es un trabajo ímprobo, que muy pocos profesores están dispuestos a asumir con el suficiente entusiasmo y dedicación para llevarlos a buen puerto. Desarrollar un curso virtual, es a nuestro parecer un trabajo mucho más arduo que elaborar un libro de texto y por lo tanto, es una tarea que no debería pedirse, ni mucho menos exigirse, a los profesores.

Sin embargo, el sector del e-learning está creciendo vertiginosamente en estos dos últimos años, precisamente en este tiempo, han proliferado los llamados MOOCs, «Massive open online courses», promovidos por universidades, principalmente norteamericanas, a las que se han ido sumando otras de otros países, incluido España, con el programa MiríadaX. Muchos de estos cursos cuentan los alumnos inscritos por decenas de miles, claro, son gratis y los imparten profesores y departamentos de prestigiosas universidades.

¿Cómo solucionan sus autores el problema de la elaboración de contenidos? Nos hemos inscrito en varios de ellos, en parte por su interés intrínseco, al menos por el título del curso, que no debemos confundir con el certificado, puesto que la mayor parte de ellos no emiten un certificado con valor académico real. Pero ése es otro cantar que analizaremos en otra ocasión. Ahora nos interesa más qué lecciones podemos aprender de esos cursos:

Analizándolos, observamos que todos utilizan una serie de estrategias, o si se nos permite la expresión, trucos, para conseguir desarrollarlos fácilmente. El primero de todos es el uso del vídeo para grabar clases o explicaciones. Sí, la mayor parte del contenido de estos cursos son clases magistrales grabadas. Y encima algunas, o muchas, de magistrales tienen sólo el nombre, vamos que son un «rollo».

Y es que claro, si me grabo todos los días mi clase, cosa que muchos profesores están empezando a hacer, pues tengo solucionado gran parte del problema de elaborar contenidos. Luego cuelgo las explicaciones en mi aula virtual y asunto casi concluido. Si encima como ocurre en las universidades hay un aula o departamento de vídeo, audiovisuales o similar, pues la cuestión encima es mucho más fácil.

No vamos a negar que esta estrategia de grabar las explicaciones de cada día de profesores seleccionados la estamos considerando para incorporar estas explicaciones a futuros cursos de INVESTEA, puesto que no podemos negar que hay profesores que explican mejor que otros, que algunos lo hacen muy bien y son muy didácticos y no estaría nada mal que más alumnos puedan beneficiarse de ello.

¿Y las tareas?

Un curso en el que los alumnos se limitaran exclusivmente a ver vídeos con explicaciones no puede ser un buen curso. Entre las tareas típicas de estos cursos están los cuestionarios de corrección automática. Son una de las herramientas básicas de cualquier estrategia de e-learning y estos cursos hacen uso de ellos aunque en general, con muy poca extensión, a veces al acabar un vídeo, otras veces a la mitad de una explicación y siempre con pocas preguntas. Y es que no nos engañemos, la elaboración de cuestionarios de aprendizaje y lecciones interactivas es la parte más trabajosa de la elaboración de un curso virtual.

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Otro problema es el de los trabajos que no se pueden autocorregir. Aunque hemos leído que existen interesantes desarrollos de software capaz de «aprender» tu estilo de corrección y luego aplicarlo a otros trabajos, vamos algo así como eso que hacemos los profesores cuando corriges dos o tres ejercicios para sentar las bases de cómo vas corregirlos todos. El caso es que si tienes miles de alumnos es imposible que los corrijas todos, de hecho con que tengas unas decenas eso se convierte en un auténtico martirio. El truco es que los alumnos se corrijan unos a otros y que enviar tu trabajo y corregir los de otros sea parte de las tareas del curso por las que se obtiene nota

En Moodle, el aula virtual que utilizamos en INVESTEA, existe un tipo de tarea denominada Taller, que consiste exactamente en eso: cada alumno elabora un trabajo, por ejemplo el clásico powerpoint, y en una fase posterior, los trabajos son evaluados por otros alumnos y, si se quiere, el profesor. Nosotros la hemos utilizado con alumnos de instituto con desiguales resultados, todo hay que decirlo, pero de eso también hablaremos en otro momento.

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Evidentemente, un curso virtual tiene la capacidad de incluir numerosos tipos de materiales como objetos para el aprendizaje. Unos son muy arduos de elaborar, otros se pueden coger directamente de la web, por ejemplo vídeos de Youtube, Vimeo o cualquier otro proveedor. Tendrán además la ventaja de estar «curados», curioso término que se está poniendo de moda para designar aquellos recursos de internet que han sido revisados por el profesor y «dados por buenos». Por supuesto que elegir qué vídeos vamos a incorporar a nuestro curso puede llevar nuevamente un trabajo muy laborioso.

En resumen, como decíamos al principio, elaborar un curso para un aula virtual es un trabajo largo, complejo y sobre todo muy laborioso que no está al alcance de cualquiera y menos si tiene veinte horas de clase semanales. Como parece que el e-learning o mejor el blended learning (b-learning) han venido para quedarse, es evidente que la mayor parte del profesorado preferirá recurrir a materiales elaborados por editoriales o por especialistas y que se tendrán que comprar en lugar de los actuales libros de texto. Eso sí deberían ser mucho más baratos.

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