Europa ha mandado un porrón de millones para desarrollar la competencia digital del profesorado español.
A nadie se le escapa que hay docentes que son expertos/as digitales y otros «que no saben ni por donde andan». No parece, por tanto, que plantearse este tema con un «para todos café», como acostumbran las administraciones educativas sea una buena idea.
Tampoco parece una buena idea de que los encargados de hacer competentes a los demás, carezcan ellos mismos de unas competencias digitales y pedagógicas mínimas. Claro así pasa lo que pasa.
Acabamos de ver, o lo estamos viendo todavía, el esperpento con el que algunas administraciones educativas están resolviendo el asunto de la certificación de la Competencia Digital Docente del profesorado. Un insulto al profesorado y una estafa a quien está poniendo los fondos: Europa. De paso, se está perdiendo una oportunidad de oro.
¿Tan difícil era hacer un plan que enseñara al que no sabe y certificara al que sí?
Es cierto que lo que publicó el BOE el año pasado, ya nos adelantaba que esto no parecía tener ni pies ni cabeza. Lee aquí lo que publicábamos entonces.
Y claro, de aquellos polvos viene estos lodos. En Cantabria, que es la comunidad que mejor conocemos, hace poco, a final de curso, se convocó a los docentes a la realización de un curso online para certificar su «competencia» en diferentes niveles. Para ello se les pidió que hicieran previamente un cuestionario online para adjudicarles el nivel de curso que les correspondiera.
El cuestionario era un auténtico sinsentido que ignoraba los más elementales criterios de elaboración de este tipo de pruebas con preguntas de elección múltiple, aspecto que ya denota la «(in)competencia digital» de quienes los haya realizado.
De paso, se ocultaba al profesorado que, según la propia normativa, hay otras formas de conseguir la certificación, curiosamente, ninguna de ellas convocando un curso específicamente para ello:
B2 Nivel Intermedio | Se podrá acreditar el nivel B2 a través de los procedimientos que determinen las Administraciones educativas, en el ámbito de sus competencias, de entre los siguientes: 1. Certificación de la formación: Una o varias actividades formativas con una duración total mínima de 70 horas, exceptuando congresos y jornadas, reconocidas para este fin por la Administración educativa, que atiendan a todas las áreas de un nivel B2 en el desarrollo de las competencias del MRCDD vigente. 2. Superación de prueba específica de acreditación: Prueba específica de acreditación que atienda a un nivel B2 en el desarrollo de las competencias del MRCDD vigente cubriendo todas las áreas y, al menos, el 80% de los indicadores del MRCDD vigente. 3. Evaluación a través de la observación del desempeño (será de obligatorio cumplimiento en el caso de que los certificados de formación no demuestren evidencia de su puesta en práctica): Superación de una evaluación del nivel B2 del MRCDD vigente, a través de la observación del desempeño, siguiendo una guía de evaluación pública que determinen las Administraciones educativas, en el ámbito de sus competencias. |
Suponemos que «alguien» ha hecho un buen negocio preparando y desarrollando un curso que sólo un porcentaje bajo podría haber necesitado y que se ha revestido de un cierto aire de obligatoriedad cuando, según la normativa, no existe.
Pero es que ya, metidos en ello, el curso ha sido un auténtico despropósito que poco o nada ha tenido que ver con los contenidos, objetivos y competencias indicados en el “Marco de Referencia para la Competencia Digital Docente” (MRCDD para los amigos…). Marco que se compone de seis áreas, cada una con entre tres y cinco competencias y cada una de estas con sus correspondientes “etapas, niveles e indicadores de logro y ejemplificación a través de afirmaciones sobre el desempeño correspondiente al nivel de cada competencia“.
Lógico, ya que resultaría prácticamente imposible debido a lo extenso y farragoso de lo indicado en el tal marco. Por si te interesa este es el enlace al BOE.
En su lugar, los contenidos han consistido en una serie de vídeos (¿videotutoriales?), sobre lo que literalmente «se les ha ocurrido a los autores». Allí se ha mezclado de todo, desde programas de empresas privadas: Canva, Additio, robótica… hasta código html para hacer páginas Web. Cualquier cosa.
Si tal despropósito sobre contenidos se hubiera evaluado en serio, es evidente que hubiera sido imposible que la gente lo hubiera realizado y aprobado en poco más de un mes y a finales del curso. Así que la solución ha sido, una vez más, hacer un cuestionario por tema, nuevamente con preguntas de elección múltiple, tan ridículo como todo lo anterior.
El profesorado que ha realizado el curso, muy numeroso, ha tragado con todo, ha protestado veladamente y aquí paz y después gloria…
Como decía la canción «Manolete, Manolete…»